Domingo «Mingo» Rivera tiene el record de ser el pelotero más joven en debutar en la pelota profesional.

EMPALME, Son.- Nuestro máximo cañonero empalmense, el miembro del Salón de la Fama del Beisbol Mexicano, Ronaldo Camacho Durán, sigue deleitándonos con sus relatos semanales, sobre todo a los de este municipio, del Empalme, cuna de grandes peloteros y de la mejor afición del Norte de México.

Los relatos no todos son los mejores, los que son todo alegría, más el que ahora toca, nos duele porque al menos al que esto escribe, lo afecta como familia.

Nos encontrábamos uniformados listos en el lobby del hotel, para irnos al parque Zaragoza, yo fungía como coach-jugador, el manager “Chito” García de los Tigres salió del elevador sonriendo y empezó a gastar bromas con todos nosotros, se plantó en medio del grupo y sacó una pequeña pistola de plástico y empezó a apuntarnos a cada uno muy cerca de la cara.

De repente se encontró con “Mingo” le apuntó y la pistolita se disparó, lesionando seriamente en un ojo a Rivera, el accidente nos hizo movilizarnos y nos abocamos a atender a nuestro compañero, ya no había nada que hacer, tenía totalmente vaciado el ojo, mientras “Chito” se asustó tanto que se quedó petrificado ante el suceso.

De inmediato se lo llevaron a una central de especialidades, nosotros nos fuimos al parque tristes y cabizbajos a cumplir con nuestro trabajo no había de otra, como dicen “el show debe de seguir”. Este desgraciado accidente, costó la carrera en el beisbol a “Mingo”, que se perfilaba como un brillante jugador.

Me acuerdo muy bien de él, estuvimos juntos en el equipo rielero, se molestaba cuando no jugaba, le gustaba estar siempre ahí, en el terreno de juego, jugador audaz y de temperamento fuerte, a mí en lo particular me gustaba como se desenvolvía en segunda base, fildeaba muy bien y poseía un brazo fuerte, con el bat no era manco, le daba un hit a cualquiera, no tenía complejo alguno, de hecho, era tanta el ansia de jugar que no le importaba la posición asignada, lo mismo estaba en los jardines, que en el cuadro, fue uno de los últimos buenos jugadores que salió de nuestro empalme, después vendrían Adán Muñoz, César Tapia, catchers los dos, uno bateador izquierdo y el otro bateador derecho, excelentes con el bat al hombro, demostrándolo plenamente en sus actuaciones en las dos ligas.

De “Mingo” no tengo anécdotas que contar, la imagen que me quedó de él, como jugador es excelente, gran motivador y noble en su comportamiento como persona; si no hubiera sido por aquella pistolita estaríamos contando cosas buenas de él.

Salir de Empalme

Para un joven de cuna humilde, como yo, declaró hace tiempo en familia, no tenía de otra. O lograba que me contrataran para el beisbol profesional, o Mingo Rivera se quedaría en Empalme toda su vida.

“Así pensaba a mis quince años de edad. Yo apoyaba a mi casa con un trabajo de venta y entrega de hielo. Con aquel calorón que hacía en Empalme tenía mucho trabajo, pero ganaba poco”, comentó.

Por eso, prosiguió, cada vez que podía, me escapaba al campo de pelota a jugar. A mí, me gustaba salir a conocer; me imaginaba cómo serían otros lugares.

“No tardé mucho. A los 16 años debuto como profesional con el equipo local, los Rieleros de Empalme. Corría el año de 1960. La Liga Invernal de Sonora, que es el atecedente de la LMP, era muy fuerte y ahí andaba yo entre puros peloterazos. Salíamos a jugar a Hermosillo, a Obregón y al vecino Guaymas”, concluyó.

El más joven en debutar en la Liga Invernal de Sonora

“Ahora sé que tengo la marca de ser el jugador más joven en haber debutado en la Liga Invernal de Sonora en toda su historia. Yo tenía 16 años y dos meses”, manifestó.

En esa temporada, mi paisano Ronnie Camacho me recomendó al Pericos de Puebla de la Liga Mexicana de Beisbol y me firman. Me asignan para jugar en la sucursal de la Liga Central en Celaya, mis recordados Cajeteros.

Por fin, se me hacía salir de Empalme. Partí rumbo a Guanajuato y me acompañaban dos paisanos, Saúl Villegas y Antonio “Pitito” Olea. Ya en Celaya, debuta con nosotros un pitcher zurdo veracruzano, muy bueno, Alfredo Ortíz.

Mi deseo era llegar a 50 años en el beisbol profesional

Así empezó mi carrera en el béisbol profesional. Estuve ligado por 48 años al beisbol, y mi deseo era llegar a 50 años en la pelota, pero me enfermé dirigiendo a Potros de Tijuana. Preferí ya sentar cabeza y retirarme. Era el año 2008. Se me fueron volando esos 48 años.

Como pelotero activo jugué de 1960 al 74 en el invierno y de 1964 al 80 en el verano.

Cuando llegué a los Cajeteros de Celaya, supe lo que era comer una buena cajeta, deliciosa. En ese entonces en la Liga Central jugaban muchos cubanos, y también en la del Noroeste.

Creo que la única vez que me suspendieron, fue en esos años. Yo ganaba con Cajeteros 750 pesos y para el segundo año me subieron a 850. Pero me contactó el Tepic, de la del Noroeste, y me ofrecieron 1,500. Me fui con ellos. Suspendido, me notificaron. Finalmente logré que me dispensaran la sanción.

Estuve con el equipo hasta 1964. Fueron cuatro años, y al cumplir 20, me suben a la liga grande, la Liga Mexicana, a jugar en Poza Rica con los Petroleros.

¡Qué trabuco éramos! Miguel Castillo, catcheaba; George Prescott era primera y cuarto bat; segunda, el Natas García; el shortstop lo cubría yo mero; y en tercera, Rogelio “El Inquieto” Jiménez. Para los fielders, de izquierdo, Emilio “Picapiedra” Sosa; en el central, Angel Scull; y en el derecho, Elpidio Osuna. Cuando pitcheaba Winston Brown nos subíamos otro poco. Qué gran equipo, pero así era ese béisbol. Competir en esa liga exigía mucha calidad.