EL DEDO

Cuando se quiere se puede y en Guaymas hay grandes ejemplos de perseverancia protagonizados por personas firmes en convicciones y en fe de mejorar las cosas a base de lucha.

Cuando se trata de instituciones no hay muchos casos de éxito en aquellas cuyos vicios e inercias están tan arraigados como su indiferencia ante la desesperación de la gente, es el caso del Instituto Mexicano del Seguro Social cada vez más saturado y agonizante en Guaymas.

Sí el IMSS está más enfermo que sus derechohabientes y peor porque no tiene remedio ni esperanza de sobrevivir con el mismo sistema, necesita cambio e inversión.

Aun así hay quienes no se resignan a sufrir la injusticia de mala atención médica y ese es el caso de Minerva, hermana de un enfermo con cáncer al que le suspendieron las quimioterapias por falta de camas como si no fuera asunto urgente.

La mujer pasó dos meses tocando puertas en Guaymas y llegó hasta el hospital de especialidades en Ciudad Obregón para exigir el servicio que su familiar merece mientras Gabriel esperaba en el seguro de la calle Diez con la salud cada día más deteriorada.

Minerva luchó día a día hasta que de la ciudad de México se comunicaron para tomar el caso que ha sacudido las entrañas de una institución dañada por la insensibilidad de los jefes.

Gracias a Minerva, su hermano recibió las sesiones de quimioterapia pendientes y tiene la garantía que su tratamiento continuará con alto porcentaje de éxito, pero no toda la derechohabiencia corre con la misma fortuna.

En Guaymas, en Empalme, hay miles de infantes, jóvenes y adultos esperando tratamiento contra cáncer y otras enfermedades graves, mujeres exigiendo cirugías e historias trágicas en las que los pacientes mueren antes de tener una respuesta del seguro donde si bien hay casos positivos por el trabajo del personal, la mayoría de enfermos padece de las malas prácticas y sobrecarga en todos los hospitales de esta región.

Para ellos solo queda esperar a tener la misma suerte que la mujer que luchó hasta conseguir tratamiento para Gabriel y desear que algún día los servicios y las opciones de vida en el seguro no sean cuestión de suerte sino respuesta a los derechos humanos.