EDITORIAL

El incendio fatal en un centro migratorio en Ciudad Juárez que provocó la muerte de, hasta el cierre de la edición, 38 migrantes “es consecuencia de las restrictivas y crueles políticas migratorias que comparten los Gobiernos de México y Estados Unidos”.

Así lo estableció la organización Amnistía Internacional luego del incidente que ha puesto en duda el cumplimiento de acuerdos internacionales sobre respeto a derechos humanos en este país.

Para Amnistía Internacional los hechos dan cuenta de un sistema de control migratorio verdaderamente inhumano al cuestionar que autoridades mexicanas hayan dejado encerrados a seres humanos sin posibilidad de escapar del incendio lo que juzgó sumamente insensible y ofensivo y más que el presidente López Obrador haya insistido en utilizar eufemismos para restarle gravedad a los hechos ocurridos y culpabilizar a las personas migrantes.

Sobre el pronunciamiento de la organización hay que recordar que en la estrategia que busca frenar la migración en colaboración con Estados Unidos y Canadá, las autoridades mexicanas han establecido facultades a la Guardia Nacional en materia migratoria y han militarizado las fronteras como parte de una labor institucional de seguridad en la que se han llevado a cabo detenciones migratorias, con un estimado de al menos 318 mil 660 personas, de las cuales 106 mil fueron repatriadas entre las que se siguen encontrando niños, niñas y adolescentes.

En ese sentido el Instituto Nacional de Migración dijo que colabora con la Fiscalía General de la República y con la Comisión Nacional de Derechos Humanos con testimonios y pruebas para esclarecer la verdad de lo ocurrido el lunes por la noche en Ciudad Juárez, Chihuahua, sin descartar acciones irregulares por parte de quienes tenían la custodia de las personas fallecidas y lesionadas, evento que obliga a las autoridades a replantear su política hacia migrantes por una sencilla razón: hay millones de mexicanos exigiendo respeto a sus derechos en Estados Unidos y otros países y lo menos que puede hacer esta nación es tener sensibilidad ante extranjeros que pasan por este territorio con la esperanza de cruzar al otro lado para buscar oportunidades de desarrollo que le son negadas en su lugar de origen, así como a muchos mexicanos aquí y si el gobierno quiere apoyar al vecino país puede hacerlo como hasta ahora para mantener cordialidad, pero no en contra de los derechos humanos y menos a costa de la vida de migrantes.