Criptozoología: La ciencia oculta tras los mitos de monstruos y bestias legendarias
¿Y si el monstruo del Lago Ness existiera? ¿Y si aún caminaran entre nosotros descendientes del Yeti o el Chupacabras? Estas son algunas de las preguntas que mueven a los investigadores de una disciplina tan misteriosa como controversial: la criptozoología.
La criptozoología, derivada del griego «kryptos» (oculto), «zoo» (animal) y «logos» (estudio), se dedica a la búsqueda y estudio de animales cuya existencia no ha sido comprobada por la ciencia convencional. A estos seres se les conoce como «críptidos», y abarcan desde criaturas del folclore indígena hasta animales que solo han sido documentados en testimonios o imágenes borrosas.
Aunque no reconocida oficialmente como rama científica, la criptozoología ha capturado el interés de científicos aficionados, documentalistas, e incluso algunos biólogos profesionales que buscan revalorizar ciertos relatos tradicionales. Entre los críptidos más famosos se encuentran el Pie Grande (Bigfoot), el monstruo del Lago Ness, el Mokele-Mbembe del Congo y el Chupacabras en América Latina.
“Muchos animales considerados mitos en el pasado, como el okapi o el calamar gigante, fueron confirmados siglos después”, explica la doctora Mariana Varela, antropóloga cultural especializada en mitología americana. “Eso no significa que todos los críptidos existan, pero sí nos invita a mirar más allá del escepticismo.”
Sin embargo, la criptozoología también enfrenta críticas por su falta de métodos rigurosos y por la difusión de fraudes. Casos como fotografías trucadas o huellas falsificadas han minado su credibilidad ante la comunidad científica.
Pese a todo, el interés público en estas criaturas sigue creciendo, alimentado por redes sociales, documentales y películas. En tiempos de inteligencia artificial y exploración espacial, el deseo humano de descubrir lo desconocido no desaparece: simplemente cambia de forma.
“Tal vez no encontremos nunca al monstruo del Lago Ness”, concluye Varela, “pero la búsqueda en sí misma nos conecta con algo profundo: la necesidad de creer que aún hay misterios por resolver.”