Probióticos: una nueva esperanza en la lucha contra el Alzheimer

El Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo, ha sido durante años un enigma médico con tratamientos limitados y sin cura definitiva. Sin embargo, recientes investigaciones han revelado un vínculo sorprendente entre la salud intestinal y la salud cerebral. En este contexto, los probióticos, tradicionalmente utilizados para mejorar la digestión, están emergiendo como aliados prometedores en la lucha contra esta devastadora enfermedad.


El eje intestino-cerebro: una conexión clave

El cuerpo humano cuenta con un sistema de comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, conocido como el eje intestino-cerebro. En este sistema, los trillones de microorganismos que habitan nuestro intestino la microbiota intestinal desempeñan un papel crucial en la producción de neurotransmisores, la regulación del sistema inmune y el control de procesos inflamatorios.

«Cada vez hay más evidencia de que los desequilibrios en la microbiota intestinal pueden influir en enfermedades neurológicas, incluyendo el Alzheimer», señala el doctor Miguel Rojas, neurólogo e investigador en neurociencia en el Instituto Nacional de Salud de Colombia. “El intestino no solo digiere alimentos, también ‘habla’ con el cerebro”.


Probióticos: pequeños aliados, grandes efectos

Los probióticos, microorganismos vivos que aportan beneficios a la salud cuando se consumen en cantidades adecuadas, están siendo investigados por su capacidad para restaurar el equilibrio intestinal y reducir la inflamación crónica, un factor clave en el desarrollo del Alzheimer.

Un estudio reciente publicado en la revista Frontiers in Aging Neuroscience mostró que pacientes con deterioro cognitivo leve que tomaron suplementos probióticos durante 12 semanas experimentaron mejoras significativas en su memoria y funciones ejecutivas, en comparación con un grupo placebo.

Los mecanismos detrás de este beneficio incluyen:

  • Reducción de la inflamación sistémica, incluida la neuroinflamación.

  • Producción de metabolitos beneficiosos como los ácidos grasos de cadena corta, que pueden proteger las neuronas.

  • Modulación del sistema inmune, ayudando a prevenir la acumulación de placas beta-amiloides en el cerebro, características del Alzheimer.


Investigación en curso y perspectivas

Aunque los resultados son prometedores, los expertos advierten que aún se necesita más investigación. “Estamos en una fase preliminar, pero con mucho potencial”, dice la doctora Laura Espinoza, microbióloga de la Universidad Nacional Autónoma de México. “No hablamos de una cura, pero sí de una estrategia complementaria que podría mejorar la calidad de vida y ralentizar el avance de la enfermedad.”

Algunas cepas probióticas bajo estudio incluyen Lactobacillus plantarum, Bifidobacterium longum, y Lactobacillus rhamnosus. Estos microorganismos, presentes en alimentos fermentados como el yogur, el kéfir o suplementos específicos, están demostrando efectos positivos en ensayos clínicos.