Monsanto bajo la lupa: las irregularidades que ensombrecen al gigante agroquímico

Pocas empresas en el mundo han generado tanta controversia como Monsanto, el gigante agroquímico estadounidense conocido por desarrollar semillas genéticamente modificadas y el herbicida glifosato, comercializado bajo la marca Roundup. Aunque en 2018 fue adquirida por Bayer, las sombras del pasado y nuevas investigaciones siguen revelando una cadena de irregularidades ambientales, legales y éticas que despiertan preocupación global.

Glifosato: ¿herbicida o veneno?

El caso más emblemático de Monsanto gira en torno al glifosato. Este herbicida, ampliamente utilizado en la agricultura industrial, ha sido señalado por múltiples estudios científicos y tribunales como potencialmente cancerígeno. En 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), dependiente de la OMS, lo clasificó como “probablemente cancerígeno para los humanos”.

A partir de entonces, se desató una avalancha de demandas. En Estados Unidos, miles de agricultores y jardineros enfermos de cáncer, especialmente linfoma no Hodgkin, aseguraron que el uso prolongado de Roundup fue la causa. En 2020, Bayer –ahora propietaria de Monsanto– acordó pagar más de $10.000 millones de dólares para resolver parte de esas demandas, sin admitir responsabilidad.

Manipulación científica y presión política

Uno de los aspectos más graves de las acusaciones contra Monsanto ha sido la supuesta manipulación de investigaciones científicas. Documentos internos revelados en juicios (conocidos como los “Monsanto Papers”) mostraron cómo la empresa habría redactado estudios favorables sobre el glifosato, presentándolos como investigaciones independientes.

Además, informes periodísticos y filtraciones sugieren que Monsanto ejerció presión sobre agencias regulatorias y científicos críticos, financiando campañas de desinformación para proteger sus productos. El objetivo, según estos reportes, era evitar que los organismos internacionales impusieran regulaciones más estrictas.

Casos de corrupción y acoso a investigadores

En países como Argentina, Brasil e India, se han denunciado prácticas irregulares en la forma en que Monsanto impuso sus semillas transgénicas. Agricultores aseguran haber sido forzados a depender de las semillas patentadas de la compañía, que no pueden reutilizarse sin pagar nuevas licencias. En India, por ejemplo, los altos costos y la dependencia del algodón Bt de Monsanto han sido vinculados con una crisis agrícola que llevó a miles de suicidios de campesinos en la última década.

A esto se suma el acoso a científicos y periodistas que se atrevieron a cuestionar sus prácticas. En Francia, se descubrió una “lista negra” con nombres de críticos a los que Monsanto habría intentado desacreditar públicamente.

Impacto ambiental y pérdida de biodiversidad

Las prácticas de Monsanto también han sido cuestionadas por su impacto ecológico. El uso masivo de herbicidas como el glifosato ha generado resistencia en malas hierbas, lo que llevó a aplicar dosis más altas o a mezclar químicos aún más tóxicos. Además, se ha denunciado la contaminación de cultivos tradicionales por transgénicos, afectando la biodiversidad y poniendo en riesgo la soberanía alimentaria.

Una reputación difícil de limpiar

Aunque Bayer ha intentado relanzar la imagen de Monsanto y avanzar en prácticas más transparentes, el legado del gigante agroquímico sigue generando desconfianza. Organizaciones ambientalistas y grupos de consumidores exigen una regulación más estricta y el derecho de los pueblos a decidir qué tipo de agricultura quieren.

“Lo de Monsanto no es un caso aislado, sino el reflejo de un sistema donde las grandes corporaciones priorizan las ganancias por sobre la salud pública y el medio ambiente”, señala Teresa Muñoz, portavoz de Greenpeace Latinoamérica.


Conclusión: Monsanto representa una advertencia global sobre los peligros de permitir que las corporaciones agroquímicas operen sin una fiscalización rigurosa. Aunque sus innovaciones han revolucionado la agricultura, los costos sociales, ambientales y de salud siguen saliendo a la luz. El debate sobre su legado está lejos de cerrarse