El impacto de ‘Adolescencia’: una miniserie que indaga en los abismos de la juventud

La miniserie británica Adolescencia, disponible en Netflix y creada por Stephen Graham y Jack Thorne, se ha convertido en un fenómeno de crítica y audiencia a pocos días de su estreno. Con un enfoque crudo y sin concesiones, la producción sumerge al espectador en un inquietante relato sobre la violencia juvenil, el acoso escolar y las complejas dinámicas digitales que escapan al control de los adultos.

Desde el inicio, la serie plantea un enigma perturbador: la investigación de un asesinato cometido en un entorno escolar. “Nuestro trabajo es entender por qué pasó lo que pasó”, dice el detective Luke Bascombe (Ashley Walters) mientras recorre los pasillos de una escuela repleta de adolescentes. Pero las respuestas no son fáciles de encontrar. Lo que en un principio parece un caso policial convencional se transforma en un estudio profundo sobre el aislamiento emocional de una generación que se comunica a través de redes sociales, códigos ocultos y una violencia latente que desconcierta a quienes intentan comprenderla.

La serie, protagonizada por un inspirado Stephen Graham, presenta una narrativa fragmentada en cuatro episodios, cada uno con una perspectiva distinta sobre los hechos. Se exploran los momentos previos y posteriores al asesinato de una adolescente a manos de un compañero de menor edad. Desde la detención del sospechoso y la incertidumbre de su familia hasta el proceso de interrogatorio, la recolección de pruebas y el impacto devastador del crimen en la comunidad, el relato va ensamblando un rompecabezas donde la pregunta central persiste: ¿Por qué?

Con una dirección impecable de Philip Barantini, la puesta en escena se apoya en una técnica visual que intensifica la tensión dramática: el plano secuencia. Cada capítulo se filmó en una sola toma continua, utilizando steady cam, drones y cámaras montadas en vehículos para seguir la acción sin interrupciones. Este recurso otorga un ritmo asfixiante a la narración y refuerza la sensación de inmediatez, sumergiendo al espectador en la experiencia de cada personaje. Destacan especialmente el episodio centrado en la investigación policial y aquel que retrata el tenso enfrentamiento entre el acusado y una psicóloga encargada de su evaluación.

El elenco ofrece interpretaciones sobresalientes, con Graham en uno de los papeles más intensos de su carrera y Erin Doherty brillando como la terapeuta que intenta descifrar las emociones del joven acusado. Pero es Owen Cooper, en el papel de Jamie Miller, quien se roba la atención. Con solo 13 años, su actuación se sostiene en silencios, miradas y un lenguaje corporal que expresa el abismo emocional de su personaje. La serie se inserta en la tradición del drama social británico, recordando el realismo crítico de cineastas como Ken Loach y Mike Leigh.

Más allá de su ambiciosa factura técnica, Adolescencia evita caer en el efectismo fácil o la explotación del morbo. Su verdadero logro radica en exponer las fisuras de una sociedad que no logra comprender ni proteger a su juventud. Como sentencia uno de sus personajes, “Pudimos hacerlo mejor”. Una reflexión que resuena más allá de la pantalla y deja una huella imborrable en quienes se atreven a enfrentar la dureza de su historia.